REDACCIÓN
El alcalde de Tulum, Diego Castañón, ha logrado lo impensable: presentar un programa de “acceso libre a playas”… que prohíbe a la gente llevar comida, bebidas y sombrillas. Una contradicción que ha generado burlas, críticas y descontento entre turistas, ciudadanos y empresarios.
Aunque la iniciativa fue anunciada como una estrategia para “democratizar” el acceso a las playas, el programa limita severamente lo que puedes llevar: nada de hieleras, botellas, lonches, ni refrescos. ¿La alternativa? Comprar exclusivamente en establecimientos participantes, una medida que muchos señalan como beneficio directo para algunos negocios y una forma de excluir a quienes no pueden pagar precios turísticos.
En redes sociales, los comentarios no se hicieron esperar:
“¿Acceso libre o consumo forzoso?”
“Ya sólo falta que cobren por respirar en la playa.”
“No puedes entrar con comida, pero sí con tu tarjeta de crédito.”
A pesar del malestar, el alcalde se ha mantenido firme en su discurso, asegurando que esto forma parte del ordenamiento turístico y protección ambiental. Sin embargo, no se ha explicado cómo consumir local evita el daño al ecosistema, ni cómo se garantiza que todos los visitantes puedan costear los productos de los comercios designados.